Dellos un paso adelante, dos pasos atrás… El índice de reparabilidad francés ha marcado hitos prometedores desde 2021 para el establecimiento de un marco más estructurado para los fabricantes de teléfonos inteligentes con el fin de animarlos a producir teléfonos más duraderos y reparables.
Pero la segunda etapa de esta hoja de ruta, que cristalizó en forma de un índice de sostenibilidad, fue rechazada para los teléfonos inteligentes por la Comisión Europea el 6 de noviembre, con el pretexto de un conflicto con la futura etiqueta energética de los teléfonos inteligentes, que incluirá una etiqueta energética europea. índice de reparabilidad e información sobre confiabilidad, y que será obligatorio, pero solo a partir de junio de 2025.
Si bien los numerosos debates sobre el derecho a la reparabilidad, el diseño ecológico y la sostenibilidad parecían ser una prioridad, está claro que los avances son escasos.
De hecho, esta negativa constituye una victoria para los actores del sector que defienden el statu quo, en particular los mayores fabricantes de teléfonos inteligentes y su federación, la Alianza Francesa de Industrias Digitales (Afnum), y una derrota para los actores que defienden una electrónica más responsable, como Commown. Fairphone, HOP (Stop planeed obsolescencia) o GreenIT, así como para consumidores que esperaban productos más robustos y fácilmente reparables.
Los textos más baratos
Si nunca es fácil encontrar un acuerdo colegiado en torno a definiciones como la de sostenibilidad -que exige el establecimiento de numerosos criterios de medición-, constatamos que estos son, incluso hoy, los textos menos importantes. – los más ambiciosos y los menos ambiciosos que se ganarán el favor de las instituciones europeas. Sin duda, la etiqueta energética europea cubre elementos interesantes, como la etiqueta energética que indica, en una escala de la A a la E, hasta qué punto los teléfonos inteligentes y las tabletas se pueden reparar fácilmente.
Pero esta etiqueta también y sobre todo excluye puntos fundamentales.
Por lo tanto, lamentamos que la valoración necesaria del soporte a largo plazo para el software con miras a los ocho años haya desaparecido por completo, mientras que la gran mayoría de los fabricantes ni siquiera ofrecen todavía un soporte que vaya más allá de los cinco años después de la última unidad vendida.
Se ha olvidado, además, la cuestión de la libertad de elección por parte de los consumidores del sistema operativo de su dispositivo o incluso de la modularidad de los productos para hacerlos más reparables (cortesía de los lobbies que defienden la idea de que la sostenibilidad va de la mano de la robustez y, por tanto, del bloque monolítico). – pegado – de los dispositivos).
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