ACuando el movimiento campesino estaba en pleno apogeo, un estribillo seguía repitiéndose en el discurso político y mediático: aplastados por las normas medioambientales dictadas por la Unión Europea, los agricultores serían las primeras víctimas de la ecología. “punitivo” impuesto por una élite desconectada. Los anuncios del gobierno, al confirmar el sacrificio de medidas ecológicas esenciales para la preservación de los ecosistemas agrícolas, iban en la dirección de estos discursos, ampliando aún más la brecha entre la agricultura y la protección de los seres vivos.
Entonces, ¿cómo conciliar agricultura y ecología? Una cuestión espinosa y difícil de abordar en el espacio mediático, donde las proyecciones vinculadas a la figura del agricultor obstaculizan a menudo las reflexiones sobre el futuro de nuestro sistema alimentario.
Todo debate público está anclado en creencias compartidas, que estructuran el grupo social y le permiten dar sentido a la realidad. El agricultor, como lo demuestra la ola de apoyo generada por el movimiento, apoyado por casi el 90% de los franceses, ocupa un lugar privilegiado en nuestro inconsciente nacional. Si esta empatía puede entenderse, por supuesto, por la extrema dificultad de las condiciones de trabajo en el mundo agrícola y por su importancia primordial, pocas profesiones necesarias y arduas gozan de tanta popularidad en Francia.
Héroes de la literatura popular.
No es sorprendente que muchas figuras políticas, conscientes de esta popularidad, hayan aprovechado el tema para sacar las conclusiones más convenientes y antiecológicas, a menudo basadas en esta simple presuposición: los agricultores serían los mejores expertos y, en consecuencia, los mejores protectores de la “naturaleza”. ”.
Una idea que esconde una realidad más compleja. En primer lugar, asumiría una cierta homogeneidad de las prácticas agrícolas, enmascarando así las diferencias sustanciales entre la agricultura intensiva y los modelos sostenibles, y sus impactos en los seres vivos. Luego, refuerza la asociación sistemática entre agricultura y ecología, aunque el modelo productivista dominante es una de las principales causas del cambio climático. Pero ¿de dónde viene esta asociación y por qué tanta eficacia retórica y política?
Para entender esto debemos remontarnos al siglo XIX.mi siglo y los trastornos socioeconómicos que cambiaron la percepción del campesinado en Europa occidental. La revolución agrícola hizo posible no sólo el surgimiento de la industria, sino también un aumento de la población, una mejor nutrición y una urbanización a gran escala. Es en este contexto de profundas transformaciones históricas que la figura del agricultor evoluciona en la literatura y los medios de comunicación.
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